Reflexión de Javier Miranda, Vicepresidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Concepción entorno a la importancia de las movilizaciones internas realizadas por los estudiantes de la UDEC con la que lograron una rebaja de la matricula en un 30% y en el congelamiento de los aranceles durante 3 años
La movilización que por estos días estamos cerrando no es nueva, ni mucho menos es un capricho de las dirigencias; ésta nace como consecuencia directa de, por lo menos, dos procesos en los cuales la Universidad de Concepción desarrolló un rol preponderante durante los últimos años. El primero es el que desarrollamos el 2009; donde, luego de sucesivas derrotas tanto en lo local como en lo nacional, se logra la tan anhelada bandera del congelamiento de aranceles. El segundo es el que desarrollamos a nivel nacional durante el año pasado, el cual logró poner en la palestra el tema de la educación y que delimitó el programa y los objetivos que el movimiento estudiantil debe alcanzar; amplió los horizontes de lucha y cambió drásticamente el escenario al interior de las universidades, sobretodo en términos de organización y discusión política.
Es así como nace la movilización actual, con la herencia de estos dos procesos y por tanto con una plataforma y banderas de lucha que articulan la demanda arancelaria y de matrícula del 2009 con los tres ejes planteados durante el 2011: financiamiento, democracia y acceso. Comenzamos con expectativas bastante altas un camino vertiginoso, que nos hizo llegar a tener, en 3 semanas, estados de movilización y paralización efectiva que otros años se daban en por lo menos un mes de desarrollo del conflicto. Sin embargo los movimientos de la Administración Universitaria fueron precisos y bien calculados, al momento de cerrar la Universidad nos dejaron con muy poco campo de acción; pero hubo un factor que la Rectoría no consideró, y dio pie para posicionar aun más un elemento central de la movilización, la democratización del espacio universitario. La decisión tomada a puertas cerradas entre Rectoría y los Decanos dejó al descubierto la forma en que opera la Universidad y en qué están puestos sus verdaderos intereses. Esto hizo que tanto investigadores de postgrado como académicos y trabajadores se pronunciaran sobre los hechos, y si bien había algunos que aprobaban las decisiones tomadas, de todas formas al hacer los pronunciamientos se evidenció la existencia de espacios de organización mínimos en la Universidad que debemos fortalecer. Ante esta situación y también gracias a la presión mediática que como estudiantes pudimos hacer es que se abrió la mesa de diálogo y se pudo avanzar en torno a la plataforma de lucha local.

Es sólo a través de los proceso de lucha que se forman los compañeros y compañeras que estarán dispuestos a dar peleas cada vez más decididas para transformar el trasfondo de esta sociedad, por tanto debemos levantarlos y hacer de estos avances pequeñas victorias que puedan sumar a cada vez más estudiantes a los procesos de lucha que se avecinan.