El Giro a la Izquierda de Francia
Las elecciones francesas siguen cautivando a las masas mundiales, pese a que objetivamente el peso de los galos en la escena global es menor a lo que fue en su historia. Lo que subsiste es un respeto cultural por lo que dicha nación representa para la humanidad, en especial desde la modernidad y la revolución de 1789. Además, fueron artífices para reconstruir un continente dividido por la guerra, en tanto fueron capaces de consolidar una reconciliación con Alemania y establecerse como sus fieles escuderos al interior de la Unión Europea.
Sin embargo, en el contexto de la actual crisis, los franceses ciertamente pasan a ser secundarios (tanto como les ocurre a los británicos, aunque les duela). Al frente tienen a la poderosa maquina germana que, al final de cuentas, tiene en sus fronteras la economía más grande y la sede del Banco Central Europeo.
Como sea, igual las elecciones francesas tienen el condimento de mostrar al resto del mundo lo que piensa una parte de Europa frente a la situación actual. Todo indica que ganaría el socialista François Hollande por sobre el actual Presidente Nicolás Sarkozy.
Si bien este nuevo aire para la izquierda es una alegría en sus millones de militantes, aún tienen mucho camino que recorrer. El triunfo socialista se espera, en parte, por culpa del propio Sarkozy. El líder conservador se movió demasiado a la derecha durante la segunda vuelta para ir a la caza de la nueva tercera fuerza política, representada en el 19% del Frente Nacional de ultraderecha y su ex candidata Marie Le Pen (hija del fundador del partido Jean Marie Le Pen).
En esta mutación hacia el extremo, el Presidente actual le pegó duro a la Unión Europea, política de fronteras, inmigrantes y a los componentes externos de la crisis económica. Se presentó como un Superhéroe capaz de salvar a Francia para hacerla fuerte. Todo indica que el electorado no le creyó, partiendo por la propia Le Pen que ha llamado públicamente a votar en blanco. Es más, de paso se cargó en contra al centro político, en especial a los que participan del Movimiento Democrático que obtuvo el 9% de los sufragios. Es así que su líder, el demócrata cristiano François Bayrou que en otras ocasiones se había mostrado algo cercano a Sarkozy, esta vez hizo público su voto por Hollande y los socialistas.
Los socialistas llevan una plataforma moderada, atractiva para muchos votantes en el centro y liderados por un tipo que representa el francés de clase media profesional con el que millones pueden identificarse. Pese a lo anterior, Hollande no es ningún novato en la política. Su ex esposa ya fue candidata socialista a la presidencia. Es más, Ségolène Royal fue derrotada por el propio Sarkozy en 2007.
El candidato socialista ha sido relativamente hábil en balancear moderación, pero a la vez mostrar frustración a la manera con que el gobierno ha manejado la crisis, siendo cuidadoso de no crear falsas expectativas de lo que viene. Su mensaje contiene aceptación e integración a los inmigrantes que quieran contribuir con Francia. Entiende que con nacionalismos la crisis no se resolverá, amén de que se da cuenta que los discursos xenófobos sólo ahuyentan las soluciones.
El socialismo francés cree realmente en un proyecto alternativo a las derechas europeas, pero siempre ha sabido ser pragmático, especialmente si al frente hay un interlocutor también moderado y con ganas de conversar. Ese fue el caso de Helmut Kohl y François Mitterand para construir la Europa moderna. Este punto ya fue notado por la cancillería alemana, que espera construir de a poco un acercamiento de Angela Merkel con el nuevo Presidente.
El triunfo dará un respiro a la izquierda socialdemócrata europea. Ya tuvieron un primer aviso el jueves con el triunfo laborista en las municipales británicas. Sin embargo, aún están lejos aquellos días en que, motivados por el sociólogo británico Anthony Giddens, se juntaban decenas de gobernantes de la centro-izquierda para soñar con la tercera vía. Incluso desde fuera del continente, acudían en éxtasis personas como Bill Clinton o nuestro ex Presidente Ricardo Lagos. Mucho tiene que pasar, porque el timón en Alemania sigue en manos de la Canciller Merkel. Además, ahora la crisis no es de una sola formación política, sino que del conjunto de la clase dirigente europea.
Finalmente, con el triunfo de Hollande, la derecha francesa tiene un largo camino por el desierto en el futuro. En caso de una victoria, esta sería pírrica. Tan sólo un respiro temporal y muy costoso. Las premisas de lo expresado no cambian para nada. Francia está girando a la izquierda, aunque tiene un freno de mano que lo hace más difícil… y no es Sarkozy. Los verdaderos adversarios a derrotar son el quinto del electorado que prefirió a la extrema derecha. Parece que sólo los socialistas en este momento pueden enfrentar ese desafío.
Por Sergio Ballesteros