La primavera de Chile, el neoliberalismo y el poder popular, ideas para el debate

Marcha por la educación 25 de Agosto del 2012



En estos últimos 2 años se ha venido culminando y visibilizando un proceso de movilización social existente hace mucho tiempo atrás, pero ahora materializado en una mayor organización y  masividad en las calles, este proceso del despertar del pueblo chileno ha sido catalogado como la primavera de Chile. Esta primavera nace como una lucha dada en un principio por los estudiantes y profesores chilenos, y su férrea defensa por la educación publica.

Fue esta defensa por la educación pública la que permitió darle un norte a la movilización y proyectar la lucha, ya que  logró dar con el sentido usurero de la sociedad de consumo, el lucro, el bien de consumo. El movimiento social por la educación supo mantener su fuerza y convicción orientada hacia la concepción de educación basada en el derecho social, el cual debe ser garantizado por el Estado y en donde la prioridad sea educar a la sociedad.

Fue este principio valórico el que motivó al 90%  de la población a apoyar, simpatizar o participar del proceso de movilización social por la educación publica, ya que se entendió lo trascendental que es la educación para el desarrollo de las sociedades, pero también se pudo dar una orientación hacia el qué queremos los ciudadanos chilenos y el cómo estamos. Estas dos preguntas fueron fundamentales para comprender como sociedad que desde la vuelta a la  supuesta democracia, aún habiendo pasado más de 20 años, el orden imperante es el mismo: poder centralizado y guiado por una elite empresarial que utiliza las instituciones para dirigir la sociedad chilena hacia sus intereses.

Existió en el movimiento social una claridad frente al sistema político-económico y social que permitió contra argumentar la opinión publica controlada por los medios, y a la vez dejó a un gobierno durante  meses completamente inestabilizado y desorientado estratégicamente. Es ahí en donde el movimiento social reflexiona frente a la estructura o modelo de sociedad, esto permite tener una mirada política mas profunda y poder proyectarla, ya que desde la lucha por la educación publica es una conclusión y se da por hecho de que es imposible cambiar los valores de la educación, orientarla hacia el derecho social, sin cambiar la estructura de sociedad existente, es imposible ya que la educación como casi todo gira en torno al orden imperante: el régimen neoliberal.



                        El capitalismo neoliberal, la dictadura y el modelo.

Lo que estamos afirmando aquí es que tanto en la educación, como en el desarrollo de otras instituciones de la sociedad, los valores liberales han permitido el desarme de lo público, es más, lo han fragmentado, y que la lucha por la educación pública es una lucha ideológica contra un modelo determinado de sociedad, políticamente construido e institucionalmente aplicado.

Este modelo de sociedad responde a los valores ilustrados de una clase social altamente  educada y con una cultura internacionalista, proveniente de su ejercicio como comerciantes, mercaderes, empresarios. Estos valores son por ejemplo la libertad de empresa, el resguardo de la propiedad privada, la acumulación de capital como un equivalente a desarrollo. Como ejemplo, el resguardo a la propiedad privada está consagrado en la constitución de 1980 y en la práctica significa dos cosas: La primera, deja en evidencia la complicidad entre la alta esfera del empresariado chileno y toda la clase política, y segundo, nos muestra como mediante este aparataje político-legal el concepto de propiedad privada sirve como herramienta ideológica para obtener poder y utilizar este poder para desenvolverse en la sociedad.

Es entonces en la trinchera ideológica en donde se da la lucha por la educación, es ahí en donde parte a politizarse el movimiento social, es una consecuencia por añadidura, es fruto de su reflexión constante y su análisis critico. A su vez se ve en la estructura político-legal, la constitución, el Estado, como la herramienta ideológica de control frente a la sociedad, frente al campo popular y es ahí en donde enfocamos nuestro análisis.

Recordando lo que fue y es el golpe cívico-militar de 1973, podríamos escribir mucho, pero para este caso y esta argumentación, cabe decir que en primera línea el golpe significó estrangular el proyecto de la UP y del campo popular en su conjunto, organizado y trabajando en su proyecto de sociedad, pero a la vez significó la implantación de un modelo completamente lejano  a los deseos y expectativas del campo popular, más bien, apuntando al otro extremo, este modelo de sociedad lo que hace es destruir el Estado y transformar la sociedad (planificada en torno al bien común) en un mercado en donde lo importante es que se transen cosas, y la vida política del ciudadano es consumir, es decir, para que se entienda, pasamos de ser ciudadanos a consumidores.

Ahora, la implantación de este modelo es lo mas característico, veamos a Latinoamérica, enfoquémonos en cómo se han implantado los estados neoliberales en Latinoamérica, es muy fuerte encontrar en la historia que la única forma de implantar este modelo de sociedad, es a través de dictaduras, de trauma y de muerte.

Este proceso en América Latina es promovido por EEUU en un plan “modernizador” para los “países tercer mundistas” en donde se les “recomienda” a estos que para tener una sana y buena democracia es necesario el crecimiento económico, y desde ahí construir la sociedad, es por esto entonces que la sociedad y el Estado neoliberal tiene que maquillarse para ser visto por la gente común y corriente como algo positivo ya que ésta no le encuentra sentido a una organización social basada mediante una ley, y un orden conocido como el “Estado de derecho”, en el cual lo que se intenta hacer es mantener la estabilidad del Estado, bajo principios neoliberales que no tienen punto de conexión alguno con los planteamientos ciudadanos expresados mediante la deliberación organizada y colectiva de la gente.

El Estado de derecho es obra del Estado neoliberal y su función es mantener la gobernabilidad, es decir, la estabilidad necesaria para la fluidez de los capitales extranjeros en el país, por el contrario la gente quiere sentir que el Estado es una instancia de deliberación de la cual todos podamos ser participes, en donde exista una legitimidad ciudadana hacia la política, y precisamente de eso no gozan los estados  neoliberales: legitimidad y gobernanza, en donde  la ciudadanía delibere, participe y pueda criticar a los políticos, no solo mediante un voto, sino, mediante su propia participación.

Es aquí en donde  notamos que los intereses del estado neoliberal no cumplen nuestras expectativas, y que por lo tanto es necesario la transformación de este y su modelo de sociedad esclavizantemente estupida, basada en la sociedad del consumo, anulando al ciudadano, y que por lo tanto es necesario proponer y/o construir una sociedad nueva, al menos bajo otros valores ideológicos, morales y humanos.

                  Poder popular: hacia un nuevo proyecto político para Chile.

Una característica del movimiento social es su horizontalidad, la participación activa de sus miembros y el hecho de pensar en que somos nosotros los sujetos transformadores de cambio, y no una institucionalidad, esa diferencia es fundamental ya que nos permite poder dialogar, acordar y construir como pueblo soberano, organizados y hacía nuestro horizonte sin correr el riesgo de ser cooptados por el sistema y su lógica a través del poder mediante las leyes, siendo ellas construidas por  otros, nosotros quedamos sin poder de decisión, claramente eso es algo ya largamente aprendido.

Al hablar del poder popular hablamos de la acción directa, de la organización de base, levantamos como instancias de discusión política las asambleas, en definitiva nos referimos a una ciudadanía que toma conciencia de su realidad, entorno y también de que es soberana y es su derecho y responsabilidad construir su destino, su propio camino e historia.

En nuestra memoria está el periodo iniciado a principios del siglo XX y finalizado el 73`, ese ejemplo de una ciudadanía empoderada  es el que guía y orienta la lucha, al enseñarnos de que la política no es el ejercicio de un político, sino que somos nosotros mismos como pueblo quienes deciden hacia donde y para que construir, ese es el poder popular y la iniciativa primera para considerar la organización como un acto político fundamental, ya que hay que conocernos para de esta manera poder deliberar y transformar así las condiciones precarias de nuestra sociedad.

Es evidente que el lenguaje político del movimiento social jamás será comprendido ni tendrá cabida en la institucionalidad ya que esta está pensada bajo la lógica de la superestructura del estado, y no bajo la lógica de que él es una herramienta y/o un instrumento de trabajo para resolver los problemas que le afectan a nuestra sociedad.

Desde ese punto de vista el llamado sería a transformar el Estado Liberal, hacía un enfoque social benefactor, cualquiera sea la característica de este, de ante mano sabemos que en esta institucionalidad es imposible hacer tamaña transformación y que por ende nuestra construcción de pueblo no puede depender de la estructura estatal, si considerarla como una herramienta, pero no depender de ella.

Pero cualquiera que sea la alternativa debemos considerar que nuestra vía política seguirá siendo el movimiento social, porque es ahí en donde participa la organización de base, es ahí en donde delibera el pueblo, y por lo tanto nuestra primera misión es fortalecer el movimiento social, desde los distintos sectores que lo integran, con la finalidad de no perder ese espacio de toma de decisiones, y  seguir construyendo hacia horizontes en donde podamos traspasar nuestros códigos políticos y nuestra cultura popular.

Por Revista La Ventana.

.