A un año del despertar de los movimientos sociales


Estudiantes secundarios se reunieron para conmemorar el día con mayor represión del año pasado y para denunciar a la ley Hinzpeter.

La jornada se inicio a las 14.00 horas en Plaza la Republica con repartición de explicativos y realizando declaraciones publicas sobre el proyecto de ley sobre el resguardo al orden publico que impulsa el ministro Hinzpeter.

Se recordó además el llamado “Jueves Negro” del año pasado, catalogado como el de mayor represión (más de 500 detenidos), “jornada bien amarga para el movimiento social, donde nuestros gobernantes demostraron su ineficiencia al tratar de tocar temas como la educación, pero reprimiendo con extrema violencia” explica Juan Cortés, Vocero de la ACES Valdivia.








La orquestada represión a nivel nacional del 4 de agosto del año pasado, se convirtió en símbolo de lucha de los movimientos sociales

 



A un año de la orquestada y brutal represión que sufrieron las marchas por la educación en distintas ciudades del país y la prohibición de dos marchas en Santiago, que una horas más tarde daría paso a un inusitado y masivo cacerolazo a modo de rechazo de la extrema violencia policial que dejó un saldo total de 552 detenidos a los largo de todo el país. Con este tipo de medidas, el gobierno dejaba al descubierto la desesperación al no poder satisfacer con becas y ofertas de créditos- como en años anteriores lo habían hecho- al movimiento estudiantil que seguía sumando adhesión y fuerza.

Más allá de la convocatoria que hacía la CONFECh para repudiar la represión de las 18.00 horas, el apoyo solidario y espontáneo que  miles de personas trabajadores, padres y madres que en plazas, calles y poblaciones salieron al cacerolazo empujados por el violento clima que vivió su ápice durante ese mes de gesto, en el que recordemos declaraciones como la del presidente de Renovación Nacional




Mientras en las salas editoriales de los oligopolios mediáticos (1) (2) (3), preparaban la ofensiva discursiva para el 5 de agosto, que intentarían, una vez más encausar a la opinión del común hacia el cuestionamiento del  inherente desastre y caos que conllevan, como lo había demostrado la noche del 3 de agosto Rodrigo Ubilla en los noticiarios, al amenazar las manifestaciones sociales, como dan cuenta los títulos de la Tercera o El Diario Austral de Valdivia. El cacerolazo en cada rincón del país era más elocuente que los titulares de la prensa, porque- según el análisis del sociólogo Alberto Mayol- expresaba un traspaso y una rearticulación, aunque frágil, entre el estudiante y su familia, el que servía como canal alterno fiable y cercano de información sobre la situación del sistema educativo y el movimiento estudiantil: la reconstrucción del tejido social se asomaba, en lo cultural algo de la herencia dictatorial se resquebrajaba, el milagro comenzaba a asomar.

El 4 de agosto, es significativo porque puede señalarse como una bisagra histórica entre la profundización de la crisis política de las instituciones transición postdictadura y el despertar de los movimientos sociales que abrirían un nuevo momento social en Chile, que, según Carla Amtmann de la Universidad Popular de Valparaíso, “eso aun no se ve muy claro. Y corremos un riesgo: que este despertar sea una vez más acallado con proyectos poco ambiciosos y certeros, poco honestos y viables. Y que por tanto entremos a un nuevo período de confusión, de inmovilismo, de frustraciones y conformismo.”


Valdivia: la represión se abalanza en pleno centro.


La marcha había comenzado por tres puntos distintos de la ciudad, como es habitual: Campus Miraflores, Teja y desde la Plaza Simón Bolívar, punto de partida de los secundarios.
 Al llegar las más de 2 mil personas a la intendencia desde Picarte, estudiantes de la carrera de pedagogía en Lenguaje y Comunicaciones de la UACh, preparaban las cadenas con las que se atarían frente a la intendencia, con la finalidad, dijo en su momento Marcos Leiva- uno de los estudiantes encadenados- que la acción era “símbolo del encadenamiento que sufren todos los estudiantes de Chile por los altos créditos y el endeudamiento de todas las familias del país”, además de ser un acto de solidaridad por dos compañeros universitarios que quedaron en prisión preventiva por portar “elementos para la confección de bombas molotov”, medida que el abogado José Araya calificó como “exagerada”  situándola además, como parte de una estrategia del gobierno para criminalizar toda manifestación.



Inmediatamente,  El prefecto de Carabineros, Coronel Iván Vega manda a disolver a quienes se habían congregado pacíficamente, con carros lanza agua y zorillos en plena plaza, pero cuando un periodista de Radío Bío Bío le pregunta como se inicia la batalla campal, responde que “se gesta, a partir de cuatro estudiantes que se encadenan frente a la intendencia, En este proceso se empiezan a trasladar, con la intención creímos nosotros, de tomarse la intendencia”, lo cual en cualquiera de los registros visuales que existen en Internet, se puede apreciar claramente la intención de simplemente encadenarse pacíficamente y no de “tomarse la intendencia”.
Lo orquesta nacional represiva, daba sus primeras notas, la jornada terminaba con 8 detenidos y 4 heridos, las bancas de la plaza como piezas de barricada improvisada que permitió a los manifestantes escapar, y el humo de lacrimógena invadía todo el centro de Valdivia.
El actuar sin mediación y provocador de carabineros sobre la manifestación pacifica, como indicó FEUACh, provocaría inmediatamente el rearme de los estudiantes en el Campus Isla Teja, donde los enfrentamientos fueron más crudos que jornadas anteriores.
Más tarde, a eso de las 18.00 horas, el cacerolazo en el lugar en el que horas antes, estudiantes fueran reprimidos, había sumado familias enteras, padres y madres que salían del trabajo y a estudiantes y profesores, el momento parecía recordar los últimos momentos de la dictadura en los 80, la cacerola, la insignia del espíritu común que movilizaba contra Pinochet, esta vez sería reciclado para ahuyentar a la “transición” y despertar al movimiento social chileno, para que retome su venida y se haga presente. Por Equipo La Ventana

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